Cuando una persona tiene afasia, se presentan muchos cambios en la vida de quien la adquiere, de sus familiares y personas más cercanas.

Los pacientes, por un lado, pueden reaccionar de distintas maneras: con enojo, tristeza, desesperación, miedo, frustración o vergüenza. Es natural que se sientan como una persona distinta de la que eran, ya que su estilo de vida cambia radicalmente. Pueden no entender lo que les ocurrió, ni saber cómo manejarán los cambios que enfrentan.

Por su parte, en la mayoría de los casos, las personas cercanas al paciente no saben cómo reaccionar o qué hacer, y en muchas ocasiones terminan cometiendo algunos errores: lo ignoran, le hablan como si fuera un niño, toman la palabra por él… en fin, hacen lo que creen mejor para ayudarlo, sin darse cuenta de que puede ser frustrante para el paciente.

¿Cómo puedo ayudar a mi familiar con afasia?

Hay que tratarlo con respeto y como un adulto, hacerlo partícipe en las conversaciones y decisiones diarias, animarlo para que sea lo más independiente posible, darle tiempo para responder, ayudarlo a expresarse, hablarle de manera natural, conversar con él acerca de cómo que siente, apoyarlo cuando lo necesite, y buscar ayuda profesional.

Debe crearse en el hogar un ambiente positivo, estimulándolo para que asista a sus terapias, facilitándole los medios para desplazarse, asistir a actividades de su agrado, y permitiendo que tenga una comunicación activa sin críticas, o correcciones constantes de sus errores.

Rehabilitación. ¿Qué es?, ¿qué puedo hacer?

El proceso de rehabilitación consiste en identificar los problemas que el paciente enfrenta y establecer objetivos de trabajo que lo ayuden a lograr la máxima recuperación. Un buen programa de rehabilitación, además de mejorar las capacidades lingüísticas y motoras, busca la reintegración del paciente dentro del ámbito familiar y social. Por esta razón, generalmente, hay varios especialistas trabajando de forma conjunta: terapeutas de lenguaje, físicos y ocupacionales, así como psicólogos o psiquiatras que brindan apoyo emocional.

La terapia del lenguaje evalúa el tipo de alteración lingüística del paciente, crea un plan de rehabilitación de las habilidades afectadas (el cual puede incluir tanto terapia individual como grupal), y lo ayuda a encontrar la manera más fácil para comunicarse.

En la terapia física, si el paciente presenta alguna dificultad motora, se busca mejorar su capacidad de movimiento.

Con la terapia ocupacional se obtiene apoyo para retomar actividades cotidianas como vestirse, comer, o lavarse los dientes de forma independiente.

La terapia emocional consiste en ayudar psicológicamente al paciente (recomendable también para los familiares), de manera que pueda enfrentar su nueva forma de vida.

Una vez iniciado el proceso terapéutico, es importante ser constantes en el tratamiento y llevar a cabo los ejercicios que los terapeutas propongan como apoyo en casa, ya que facilitan la recuperación. También importa elogiar el esfuerzo que realiza el paciente, así como las metas que alcanza, por pequeñas que sean. Así, la familia se convierte en una pieza clave dentro del proceso de rehabilitación.

En la mayoría de los casos es posible lograr avances, incluso años después de adquirir la afasia.

Escrito por: Paola González Lázaro y Beatriz González Ortuño

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